
En el verano de 1964, cuando los Rolling Stones se preparaban para grabar el primer disco enteramente compuesto por ellos, viajaron a Chicago, a grabar en los mítico-históricos estudios Chess muchos de los temas clásicos que ya habían incluido en sus primeros discos, junto a algunos que incluirían en obras posteriores.
Por supuesto, el blues crudo estaba presente.
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